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Con ocasión de un mitin en de campaña en Gijón para las elecciones europeas de este 2024, Pedro Sánchez arengaba a sus irreductibles diciéndoles que, “o se está con Milei, Netanyahu, Abascal, Feijoo o Aznar o se está en el lado bueno de la historia” ; “o se está con la convivencia o se está con Abascal también y con Ayuso”; “o se está con la mitigación del cambio climático o se está con Aznar”; “o se está con el juego limpio o se está con Feijoo”.
Semejante contundencia en los razonamientos pareciera provenir del líder de un partido político impecable en su historia, en su fondo y en sus formas, de un partido casi sin pasado y, sobre todo, de un partido sin muertos en el armario.




Creo estar de acuerdo con la mayoría de españoles cuando pienso que la disparatada lista de peticiones que los socios independentistas de Sánchez vienen desgranando desde prácticamente la noche misma de las Elecciones Generales del 26 de julio con el objetivo darle sus votos de cara a la investidura nos tiene a todos entre alarmados y desconcertados.


