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insultos

A lo largo de esta Legislatura se ha convertido en una lamentable costumbre asistir cada semana a un nuevo ejemplo de la degradación de la política española en la que los insultos y el lenguaje grosero y soez adquieren cada vez más protagonismo.

En cada debate es más común escuchar desprecios en el Parlamento por parte de Sus Señorías, algo que debería preocuparnos a todos, ya que demuestra una falta de respeto por parte de nuestros representantes que, además, sirve para el aumento de la polarización, ya de por sí grande, de nuestra sociedad con todos los riesgos que esto conlleva.

Da igual que nos encontremos ante el lance de un debate menor, una Sesión de Control al Gobierno o que se trate de asuntos mayores, como en el caso del Debate para el Estado de la Nación. Los los altercados verbales son continuos y a menudo vergonzosos.

Y no, no nos vale con que la nueva política, con sus maneras de barrio bajo y su manual de agitación y propaganda siempre listo sea la causante de muchos de los debates de tasca a los que asistimos avergonzados; el resto, aquellos que se llaman a sí mismos moderados, entran al trapo, cayendo en la trampa de una izquierda radicalmente decidida a convertir el Parlamento en un foro soez y deslenguado dónde las ideas se defienden a base del descrédito ajeno y la distinción entre el exaltado y el moderado acabe resultando imposible.

Una estrategia muy manida la que, a base de provocar al contrario y conseguirlo, finalmente todos queden retratados por igual siendo imposible determinar quién argumenta y defiende ideas o conceptos de quien simplemente entiende la labor parlamentaria como una válvula de escape para sus filias, fobias, traumas y frustraciones.

Los insultos no solo son inaceptables, sino que también demuestran una falta de madurez y de responsabilidad por parte de quienes los pronuncian. Es importante que nuestros representantes sepan discutir de manera civilizada, sin recurrir a ellos ni caer en provocaciones para tratar de hacer valer su punto de vista.

Las ofensas en el Parlamento no son solo un reflejo del malestar y la crispación que existe entre los políticos, también son un agravio a la ciudadanía.

Foto: Creación propia a partir de parámetros aportados a la herramienta de inteligencia artificial DALL-E de Open-AI.

One thought on “Insultos en el Parlamento: la vergüenza de la política española

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