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Que el coche eléctrico pretende ser la pieza fundamental de la movilidad del futuro es algo que, a estas alturas, ya nadie duda. Gobiernos y empresas llevan años tratando de concienciarnos de que el planeta, por escasez de recursos y por daños al medio ambiente, no aguanta el modelo de vehículo basado en motores de combustión.
Es un objetivo al que irremediablemente nos dirigimos poco a poco, estableciendo plazos y reduciendo cada vez más las posibilidades de aquellos vehículos que más contaminan.
Todo por el bien del planeta, aunque también hay malas noticias y mucho me temo que el cambio del motor térmico al eléctrico no va suceder de la manera idílica e indolora que nos están presentando ya que varios problemas se ciernen sobre esta transición que van a suponer no pocos quebraderos de cabeza, entre los cuales yo he identificado al menos seis.