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La palabrita se las trae, el término tiene bemoles y la forma en la que lo descubrí, una de esas curiosas anécdotas que uno se lleva con agrado de este valle de lágrimas.
Reconozco que no la conocía, y tuvo que ser mi buen amigo Antonio Torres, del que guardo el mejor de los recuerdos y a quién dedico estas palabras, quien, de repente, me la descubrió entre plato y plato de una agradable comida hace ya algunos años.
Dediqué el resto de la tarde a leer sobre ella. Continue reading