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Ya tenemos a Trump ejerciendo de amo del mundo y comienza la cuenta atrás para que el proceso de olvido comience a extenderse sobre la memoria del anterior amo y la de la aspirante, señora de Clinton.
Sin embargo, el ruido mediático durante la campaña electoral ha sido tan grande y los elementos introducidos tan curiosos que no puedo dejar de pensar en todo el revuelo montado alrededor de la supuesta trama de espionaje electoral por parte de aviesos y taimados enemigos a través del aspecto más novedoso de la añeja confrontación, la ciberguerra, la guerra cibernética o como puñetas se llame.
Y es que en esta ocasión, parece (sólo parece) ser, que el espionaje no ha sido cometido por, sino contra los Estados Unidos, un país tan acostumbrado a ejercer ese noble arte como tan poco a servir de diana.
Y claro, les ha escocido.