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Hace unos días, comprobé con desagrado la aparición de unas molestas grietas en mi casa, probablemente debido a lluvias, al desgaste del inmueble o a movimientos geológicos, todo depende de a quién de mis doctos amigos o familiares haya preguntado.
La cuestión es que, por sentido común, me puse en contacto con una empresita de albañilería para que viniesen a examinar los desconchones y me diesen, ellos sí, su opinión sobre su naturaleza y alcance, no fuera a ser que la, por dejadez o irrelevancia, la cosa fuese a mayores y tuviésemos una desgracia.