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A lo largo de esta Legislatura se ha convertido en una lamentable costumbre asistir cada semana a un nuevo ejemplo de la degradación de la política española en la que los insultos y el lenguaje grosero y soez adquieren cada vez más protagonismo.
En cada debate es más común escuchar desprecios en el Parlamento por parte de Sus Señorías, algo que debería preocuparnos a todos, ya que demuestra una falta de respeto por parte de nuestros representantes que, además, sirve para el aumento de la polarización, ya de por sí grande, de nuestra sociedad con todos los riesgos que esto conlleva.