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Que un Gobierno desee la convivencia pacífica de sus ciudadanos es lo normal, lo deseable y habitual, y que convoque o se adhiera a manifestaciones que la reivindican no tendría mayor relevancia si no fuese porque esa manifestación está invocada por un colectivo radical de Alsasua y la supuesta paz que reivindican lo es para un grupo de vecinos cuyo sentido de la armonía reside en el hostigamiento y la amenaza perpetua de unos servidores de la ley, vecinos a la par que ellos, cuya labor no entienden y a los que, recientemente han agredido brutalmente hasta mandarlos al hospital cuando se encontraban en compañía de sus mujeres y novias.
Los gudaris del siglo XXI son así, trabajan en grupo, desde la superioridad numérica y sin importarles apalear mujeres.
Décadas de desinformación y obstinada endogamia han acabado por perfeccionar esta exigua legión de tontos útiles.