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NO A LA GUERRA

Con el estallido del conflicto en Ucrania, se han despertado viejos fantasmas dentro de nuestras fronteras que amenazan con embarrar más aún, si cabe, el panorama sociopolítico en nuestro país.

El eslogan del No-A -La-Guerra explotado hasta la extenuación por el ala zurda patria con ocasión de la guerra de Irak ocurrida (¡oh casualidad!) durante el mandato de José María Aznar, fue ideado y utilizado con claros fines políticos por el sector izquierdista y ha sido recuperado también por Izquierda Unida a modo de protesta en el conflicto de Ucrania.

Podría parecer un acto de coherencia, la repulsa ante la lucha armada, pero realmente estamos ante un pérfido uso del lenguaje, una estudiada forma de retorcerlo para hacer creer a la opinión pública en ambos casos lo que no es.

Porque, centrándonos en la actualidad y superando cuestiones pasadas, está claro que no asistimos a una guerra, sino a una invasión. El matiz es importante ya que, para poder hablar de guerra, es necesario que haya una desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias (sic. DRAE) y claramente no es el caso. Estamos ante una agresión cometida por un país (Rusia) gobernado a su vez por un sátrapa de manual que ha decidido que ya no tiene suficiente con cercenar los derechos y libertades de su pueblo y ahora quiere someter también a sus vecinos ucranianos por las armas.

Pero más allá de sometimientos ciudadanos, lo que realmente ha movido a Putin a invadir Ucrania son los sueños de recuperar el edén comunista soviético que fue la URSS durante los (seguro) mejores años de su vida y que ahora ve amenazado por los anhelos ucranianos de la paz y prosperidad que supondrían dejar atrás el oscuro pasado soviético para encuadrarse en estructuras más prometedoras pueden ser la OTAN e incluso, por qué no, la Unión Europea.

Y antes de que algo tan terrible suceda, Putin ha decidido INVADIR Ucrania cercenando con ello aspiraciones, derechos y libertades en pro de un pasado comunista basado en beneficios para unos pocos y hambre, miseria y desolación para todo el resto. Un paraíso, vamos.

Es aquí donde el socialcomunismo español, consciente de todo ello, se ha apresurado ufano al blanqueamiento anal de la cuestión tachando al sátrapa ruso de imperialista  y zarista, imputándole así, de una parte, un claro tufo capitalista y olvidando por otra parte los casi 70 años de mano de hierro soviética que destruyó lo que ahora se trata de recomponer a base de bombas y sufrimiento. 

Admitir el No-A-La-Guerra supone implicar a dos partes en un conflicto desatado por una sola, enredando de manera directa a la OTAN para así desviar la atención de la responsabilidad rusa criminalizando a la Organización y haciéndola poco menos que culpable de todo el asunto.

No cuela, señores. Pasado y presente comunista nos recuerdan día a día cómo se conducen quienes en esa ideología se amparan y ni toda la propaganda ni todos los gritos cariados al aire van a esconder la realidad.

Ha sido Putin, ha sido por la URSS de los comunistas y, desde luego, no ha sido una guerra.

One thought on “Esto no es una guerra

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