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democracia

Andan algunos partidos políticos enfrascados estos días en consultar a sus bases acerca de la conveniencia o no de pactar con otros de similar cuerda y ralea con el objetivo, hasta ahora imposible, de formar un gobierno antes de Navidad.

O cuando sea.

La cuestión es que tanto PSOE, como Unidas Podemos y ERC han decidido consultar a su masa social si deben pactar los unos con los otros para acometer el remedo de gobierno de disolución nacional que, salvo milagro de última hora, se está pergeñando y que supone para todos, una serie de cesiones a corto plazo en pos de beneficios a largo a los los que tanto el vértigo como el poco oficio político acaban sucumbiendo al noble arte de socializar la culpa.

Porque no deja de ser eso, dividir la responsabilidad en quienes ya la otorgaron en su día para tomar ese tipo de decisiones sin tener que recurrir a la pregunta periódica acerca de cualquier tema que implique la más mínima implicación o responsabilidad con el fin de descargarla de uno mismo o de las estructuras elitistas del partido.

Bonito ejercicio de sarcasmo este que nos venden como la más sublime práctica de democracia cuando en el fondo no se trata mas que una acción de cobardía queriendo implicar a las bases en decisiones que solo corresponden a sus líderes, aquellos que pidieron nuestra confianza para serlo y que demuestran con este comportamiento, una enorme falta de talla moral y política para ejercer de tales.

Se trata, por el contrario, de una perversión de la democracia tal y como nos la hemos dado, en forma de representación, en la que el representado elige a quien ha de representarle precisamente en cuestiones como esta para no tener que estar decidiendo, de manera tan directa como indeseable, acerca de cuestiones que aquél a quien votaron para ello, no se atreve a hacer, tornando la representatividad en un asamblearismo populista e ineficaz.

Así se reparte la culpa en caso de fiasco porque, no nos engañemos, si la cosa sale bien, nadie se acordará que la última palabra la tuvieron unas bases a las que no dudaron en importunar para la toma de una decisión que corresponde a ellos en exclusiva y que, en realidad, es solo un descargo de culpas. Si sale bien, las medallas serán precisamente para quienes no tuvieron la valentía de ganárselas.

De manera que así, respondiendo a cada instante al conductor de este alocado autobús en el que nos encontramos metidos, paramos cada poco rato para decidir si giramos a la derecha o a la izquierda, si nos detenemos en esta o la siguiente gasolinera y si la temperatura del interior del vehículo se encuentra a gusto de todos, olvidando que confiamos en el oficio y destreza del conductor para que nos sustraiga de sus dudas y recelos y nos lleve a dónde nos prometió sin molestarnos con el solo fin de descargar su conciencia a la menor incidencia en el viaje.

Lo llaman democracia, pero es solo temor, y todos sabemos a donde nos dirigimos cuando al frente se sitúan los cobardes.

2 thoughts on “Democracia cobarde

  1. Cómo dices muy bien. LOS COBARDES, quieren traspasar la culpa a sus votantes, pidiendo que digan lo que hay que hacer, si continuar derivando a la izquierda. , o más a la izquierda. La pregunta como es normal ha sido un SÍ. Cuando un conductor coge los mandos, tiene que saber a donde nos quiere llevar. De no ser así, sólo indica que no está seguro de lo que tiene que hacer. Un servidor nunca subiría a ese autocar

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