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Firmes, en esa castrense posición aguantaron los militares que habían acudido a mostrar su oferta formativaal Salón de la enseñanza de Barcelona el bochornoso espectáculo de una treintena de mermados que ese día habían decidido sacar el disfraz y la pose de antimilitaristas de su fondo de armario para dar la nota.
Dignos y discretos, sin hablar, sin opinar, sin contestar a unas provocaciones tan hilarantes y grotescas como los personajes que las proferían. Firmes.
En su línea, con la gallardía y determinación marcada en el semblante, sin ceder un paso ante los insultos o a quienes se degradan profiriéndolos. Firmes.